
Me desarmo con tus palabras llenas de día a día, de rutinas incandescentes que aportan calidez a la fría morada que habito, como antaño me espantaba el espíritu de la conformidad. Aquello se perdió y busco en tus labios lo que los mios no se atreven a farfullar ante la sombra de esta maldita ansiedad, equipaje sin concierto. Volver a empezar, no obstante.
Buenas noches salpicadas de frío petulante, de bajas temperaturas que caldean la sinrazón hasta sobrepasar en demasía cualquier medición conocida hasta la fecha. Hasta mañana pues.

















