
De la infancia a la senectud, todo período vivido intensamente compensa la falta de anclajes emocionales del pasado. El polvo del asfalto que bordeaste con la mirada se quedó impregnado en las suelas de tu retina, estertor de una mente que fue ágil, de un corazón anhelante de rabia.
Qué razón tienes...
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