
La encontrarás con los brazos abiertos o los dedos entrelazados, con una mirada pétrea, impenetrable, capaz de mostrarte los paisajes más oníricos a cambio de voluntad entregada libremente y sujeta a picos éxtasis marcados a deshoje de calendario (Virgen de la Inmaculada Concepción, cumbre del Cerro San Cristóbal).
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