
Así, al pisar el límite de la vereda de ese río vital, te recuerden como lo que fuiste, o lo que pretendiste ser. Todo lo esperable para sentirse en paz con uno mismo y con el entorno circundante. Humano, demasiado humano sentenciaba Fiedrich Nietzsche. Quizá se desestabiliza la balanza en ese nimio detalle. Humano.
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